Mi historia.

Mi nombre es Teresa, soy madre de un chico y de una chica, enfermera de profesión desde hace más de 27 años y estoy aquí para compartirte un poco de mi historia.

Mi historia no es más que eso, una más de las miles de historias que hay en la vida, una historia como tantas otras, como la tuya propia, simplemente es la que me ha tocado vivir a mí y a mi familia.

A finales de 2019 mi hijo enfermó y nos volcamos en él y en su enfermedad, cómo ayudarlo, acompañarlo y estar a su lado.

Esta nueva situación familiar fue la detonante y puso de manifiesto otra enfermedad que se había estado apoderando de nuestra hija desde hacía mucho tiempo y ni siquiera nos habíamos dado cuenta, un Trastorno de la Conducta Alimentaria, en el caso de mi hija una anorexia nerviosa de tipo restrictiva.

Como madre, como enfermera, ante la enfermedad de mi hijo sabía qué tenía qué hacer, sabía lo que iba a pasar, es decir, cuándo le tocaba ir al médico, cuánto duraba su tratamiento, cuándo tenía un control, o cómo podía ayudarlo con los síntomas de su enfermedad, cuándo abrazarlo, cuándo besarlo o cuándo darle su espacio.

Pero con mi hija todo era diferente, no me servía ser enfermera, ni madre (por lo menos, eso era lo que pensaba en ese momento). No sabía qué hacer, qué era mejor y qué era peor, no comprendía por qué de pronto todo estaba bien y un segundo más tarde estallaba un tsunami que arremetía con todo y contra todos. No entendía por qué lo que un día servía, en otro era la chispa que hacía que todo estallara.

Y, sobre todo, no entendía por qué mi hija se destruía de esa manera, no la reconocía, dejé de verla y me decía una y otra vez “esa NO es mi hija”.

Y un día te das cuenta de que la ves. La ves en su llanto, en su sufrimiento, en su desesperación, en sus miedos. Y entiendes que hay algo que se ha apoderado de ella, “El Bicho”, como lo llamo yo. Ese Bicho la maneja, la ha atrapado y la está destruyendo. A ella y a nosotros con ella.

Cuando entiendes esto, cuando comprendes que el enemigo es el Trastorno de la Alimentación, “El Bicho” y no tu hij@, cuando eres capaz de separar a tu hijo@ del trastorno, entiendes que él/ella no ha decidido estar así. Él o ella está atrapado/a en una red que le impide comer, le impide respirar, le impide crecer, le impide VIVIR y si sigue ahí atrapad@ lo/la matará.

Entiendes entonces, que está viviendo una auténtica pesadilla y que está sufriendo mucho. Naturalmente, que nosotros también estamos sufriendo, pero su sufrimiento es muchísimo mayor que el nuestro. Y nuestra labor como padres es sacarl@ de ahí, mirar a la cara al Bicho y decirle:

“Vale, mi hij@ no tiene la capacidad para pensar, para decidir, ni siquiera para comer por voluntad propia, pero yo sí. Y estoy aquí para ayudarl@, para liberarl@ de tu red, para traerl@ de vuelta a su vida, a la mía, a la nuestra como FAMILIA”.

Comprendes que solo nosotros, con AMOR, PACIENCIA Y CONFIANZA, dosis infinitas de ellas, podemos liberar a nuestro hij@ de esa red del Trastorno de la Alimentación.

Los psicólogos, los psiquiatras, todos los profesionales que los tratan tienen herramientas y pueden ayudarle a él/ella y a nosotros, pero ellos no están en casa, ellos no saben de nuestra familia, de nuestros problemas, de nuestra vida, y tampoco han sentido lo que tú y yo como padres de un hij@ con este trastorno estamos sintiendo. No pueden entender el miedo, el dolor e incluso el rechazo (rechazo hacia nosotros mismos, “ porque nos sentimos fracasados como padres ” , hacia nuestros hij@s “ porque no entendemos por qué hacen esto, por qué se hacen daño y nos hacen daño a nosotros ”, rechazo incluso a la sociedad y a todos los que nos rodean).

Y vas a flaquear, vas a dudar, vas a querer abandonar y habrá días que dirás, “no puedo más”, “que es imposible”, “que es una pesadilla horrible…” Pero yo te digo que sí puedes, que lo vas a conseguir, que lo vas a lograr porque tu hij@ solo sobrevivirá a esta pesadilla si lo haces tú.

Yo lo hice, encontré el camino, la forma de mirar a la cara al Bicho, de comenzar a deshacer la red que atrapaba a mi hija y traerla de vuelta a casa. Sé cómo hacerlo y te voy a ayudar a que tú descubras cómo poder hacerlo, porque os entiendo, porque muchos de vosotros habéis sentido lo que yo he sentido, a muchos os ha faltado lo que a mí también me ha faltado y muchos seguís necesitando lo mismo que yo necesité.

Y por eso quiero ayudaros. Porque yo solo soy una madre que sufre, al igual que tú al ver a sus hijos sufrir, que se cayó mil veces, que flaqueó, sintió que no podía seguir, incluso hubo días en los que no podía ni respirar, pero no se rindió. Un día ACEPTÓ que eso era lo que le había tocado vivir, y desde ahí, desde esa aceptación, desde el lugar donde te encuentras cuando entiendes que aceptar no es resignarte, comenzó a andar el camino.

Yo no puedo andar tu camino, pero sí puedo acompañarte mientras aprendes a recorrer el tuyo propio, y si puedo prometerte que al final de ese camino encontrarás a tu hij@ y volverás a encontrar a tu FAMILIA.